Viernes, 5 de Mayo de 2023
Primera semana superada. Supongo que
es momento de hacer algún tipo de balance. O de intentar tener medio claro si
esto me está gustando o no. Pero no tengo ni pajolera, la verdad.
A ratos tengo ganas de llorar, como
esta mañana. Me he despertado y solo quería irme a mi casa, con mi pareja. O a
Extremadura, con mi perro y mi amiga. O a mi querida Barcelona, con mi familia
y toda mi gente[1]. Donde fuera, pero que se
sintiera hogar.
Otros ratos simplemente no tomo conciencia
ni donde estoy y sencillamente hago mi día a día. Trabajar, cocinar, comer y
limpiar. Luego están los ratos con los que intento quedarme: Ratos como cuando
miro por la ventana y veo los atardeceres que me regala este remoto lugar y que
no muchas personas tendrán la oportunidad de disfrutar jamás. Ni tan solo
planteárselo. Ratos en los que me doy cuenta de dónde estoy, de cómo he
llegado aquí y de qué hago aquí. Y alucino.
También están esos ratos en que
alguien de mi entorno me pregunta cómo estoy. Contesto que “A ratos” y me
recuerdan lo valiente que he sido viniéndome aquí. Lo valiosa que puede llegar
a ser esta experiencia. O ratos en los que siento que todo esto no es para
tanto, que no es de ser tan valiente. Que quizás estoy perdiendo el tiempo. Que
estas seis semanas no van a suponer ningún aprendizaje.
Ratos en los que me doy cuenta de qué
cosas me gustan de Montreal, que puedo reafirmar que dejar Barcelona para
venirme a Canadá, a día de hoy, sigue habiendo sido buena idea.
Estoy pasando muchas horas conmigo
misma. Más que nunca en mis casi 30 años de vida. Porque, evidentemente, los
meses que pasé por la depresión sola en casa, no cuentan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario