Lunes, 1 de Mayo de 2023
Segundo día de oficina. He estado
leyendo informes y he hecho mis primeras llamadas y contactos telefónicos. De
momento, tiene pinta de ser un trabajo entretenido, pero demasiado asistencial
para mi gusto… En los informes no dejo de ver como traen y llevan a los
“clientes” -como aquí les llaman, cosa que me produce escalofríos- a hacer
recados, se ocupan de sus compras y se encargan de hacer sus llamadas y
gestiones. La manera de trabajar aquí es muy diferente a lo que estoy
acostumbrada y a lo que considero ideal bajo mi mirada de educadora social.
Evidentemente yo cambiaría alguna que otra cosilla, pero de momento voy a jugar
la carta de los tres monos hasta conocer un poco mejor como funciona la cosa.
Por otro lado, hoy me han dicho que me
quedo en este apartamento hasta el día 22 de Mayo, para que pueda tener
internet (pagándole a la enfermera que vive abajo) y a partir del día 22, ya
veremos… La verdad, no sé si me ha alegrado o no. Las vistas de esta casa me
parecen preciosas pero el hecho de que la cocina esté tan marrana… Pero bueno,
parece ser que si hago fotos y las envío al departamento que se encarga de los
alojamientos, me pagan las horas que pase limpiando el apartamento. Parece ser
que se arregla todo a base de dólares.
Respecto al acto tajante de ayer de mi compañera, después de darle vueltas y dejarlo enfriar durante unas horas, creo que me ha regalado una lección que añadir a la lista de “Cómo diferenciar y gestionar las cosas que dependen/no dependen de mí”. El hecho de que ella dibujara esa línea con el marcador rojo sangre más grueso que encontrara en su estuche, simplemente es su manera de hacer y protegerse ante lo que ella considera una amenaza a su bienestar. Supongo que sus motivos tendrá… ¿quién soy yo para juzgarlos[1]?
En otras circunstancias, a mí no me
hubiera afectado de la misma manera, lo tengo claro. Me pregunto cuál es la
tecla que ha tocado en mí esta situación, qué traumita o punto débil me resuena
por dentro con todo esto… Estando aquí sola, el hecho de que la única persona
con la que parecía poder llegar a tener algo de vínculo más allá de horas de
trabajo, se ha esfumado de manera brusca y constante, dejándome meditando y
pensando en qué momento he cruzado la línea, en qué momento he abusado de su
simpatía y planteándome qué tan mal lo he hecho.
Para mí ha simbolizado, básicamente,
otra pérdida. Otro recordatorio de cuán lejos de casa estoy y de cuánto echo de
menos a mi gente. Dando paso de nuevo a la búsqueda de un cable a tierra que me
ayude en los momentos más vulnerables -que no son pocos aquí en el ártico-.
[1] También te digo que qué necesidad tenía yo de lidiar con la mala
gestión y concepto de autoprotección que tiene la muchacha, que ya podría
revisarse una poquita más -como todos, vaya-. Pero esa no es mi lucha y aquí
cada uno hace lo que puede con lo que tiene.
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